Había una vez una mujer que se supo amada como en un cuento de hadas. El equilibrio entre todo lo que ella había soñado era casi perfecto. Embelesada andaba por la vida sin poder creer que aquel que le decía y le mostraba que la amaba lo hiciera para siempre. Como en un cuento de hadas, como cuando era pequeña, sabía que todo terminaría, sabía que nada es para siempre, que el amor también se convierte en calabaza. Y si nada es para siempre, entonces mejor que no sea.

La Mujer fue bajando, bajó y navegó en lo mas profundo de sus aguas oscuras. Se veía hundida pero no, aún no, aún podía seguir bajando, y bajó y bajó, llegó a atravesar el fondo.
Una vez que se supo del otro lado, supo que no había vuelta atrás.

En este lado no hay límites, no hay fondo ni techo ni paredes ni puertas, el TODO es la NADA, el SIEMPRE es NUNCA y todo se conjuga a la vez. Lo mas impermanente que transita es su propia vida y lo que la hace sentir mas viva es AMAR Y SER AMADA.

Desde este lado, sin hadas ni calabazas, la Mujer va tomando el coraje de tomar su vida completa. Y así al fin, entregarse al AMOR.

Había una vez una Mujer que se supo amada como en un cuento de hadas.
Desde su corazón, donde las hadas no aparecen, donde no hay otro sonido que su propio latir, sólo allí desde el sentir, ella puede volver a sentirse amada, no como pequeña, no como hada, no como la nada, si como MUJER. La que se supo amada, hoy suelta el saber para poder hacerlo parte de su SENTIR.


This entry was posted on 1:45 a. m. and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.