Había una vez una mujer que se supo amada como en un cuento de hadas. El equilibrio entre todo lo que ella había soñado era casi perfecto. Embelesada andaba por la vida sin poder creer que aquel que le decía y le mostraba que la amaba lo hiciera para siempre. Como en un cuento de hadas, como cuando era pequeña, sabía que todo terminaría, sabía que nada es para siempre, que el amor también se convierte en calabaza. Y si nada es para siempre, entonces mejor que no sea.

La Mujer fue bajando, bajó y navegó en lo mas profundo de sus aguas oscuras. Se veía hundida pero no, aún no, aún podía seguir bajando, y bajó y bajó, llegó a atravesar el fondo.
Una vez que se supo del otro lado, supo que no había vuelta atrás.

En este lado no hay límites, no hay fondo ni techo ni paredes ni puertas, el TODO es la NADA, el SIEMPRE es NUNCA y todo se conjuga a la vez. Lo mas impermanente que transita es su propia vida y lo que la hace sentir mas viva es AMAR Y SER AMADA.

Desde este lado, sin hadas ni calabazas, la Mujer va tomando el coraje de tomar su vida completa. Y así al fin, entregarse al AMOR.

Había una vez una Mujer que se supo amada como en un cuento de hadas.
Desde su corazón, donde las hadas no aparecen, donde no hay otro sonido que su propio latir, sólo allí desde el sentir, ella puede volver a sentirse amada, no como pequeña, no como hada, no como la nada, si como MUJER. La que se supo amada, hoy suelta el saber para poder hacerlo parte de su SENTIR.



“El amor es siempre amor, venga de donde venga.

Un corazón que late con su acercamiento,

un ojo que llora cuando se va,

son cosas tan raras, tan dulces,

tan preciosas que nunca deben ser despreciadas.”

Guy De Maupassant



PACHAMAMA

Madre Tierra, eterna emperatriz

Adorada eres por los hijos del sol,

Origen del rayo y el relámpago

Asiento de la fuente sagrada,

Creadora sutil de las aguas

Serpiente de inconmensurable movimiento.

Parte del universo en fuego

Te enfriaste diáfana como el volcán,

En tiempos inmemoriales

Te desprendiste del padre sol

Para calmar tu sed

Y convertirte en tierra.

Los destellos del cosmos,

Los dioses del firmamento

A este astro eligieron

Para convertirse en valle azul,

Y Crearon al Runa y a su mujer

Para que se esparzan como semillas de luz

por la tierra.

¿Salió del resplandor de los relámpagos

El linaje del hombre?

Es un misterio el origen

Así como el territorio de los sueños;

Nos dejaste la pregunta

Para seguir buscándote en el firmamento.